Crítica al Bullying- Historia Personal !!!
Hoy en día todo el mundo habla de Bullying de una forma crítica y despectiva, sin embargo, mucha gente hace bullying a diario sin ser consciente del daño que está haciendo.
Yo padecí de bullying cuando era chiquita: fui matoneada por unos niños de otro colegio porque era gordita, romántica, y me gustaba escribir canciones. Ellos me inventaron un nombre que me afectó muchísimo: «Marregomitiz». El origen de este nombre era que, según ellos, yo daba ganas de vomitar. En esos momentos el mundo se me vino abajo, entré en una depresión y creí morir. No quería salir, mi autoestima decayó totalmente y creí que no iba a querer volver a vivir, sin embargo, gracias al apoyo de mis papás, fui capaz de levantarme de esa tristeza y de salir adelante.
Una vez superada esa etapa, creí que eso ya era historia del pasado y que probablemente no me iba a volver a ocurrir. Pero no fue así. El matoneo está hoy en todas partes y toca todos los ámbitos. El ser humano se ha convertido en un matón incosciente a través de las redes sociales. El matoneo, además, lo realizan profesionales de todas las áreas: gente educada que tiene el poder de influir (i.e. periodistas, managers, artistas, y muchos más). Ellos lo hacen sin ningún tipo de remordimiento, justifican su maldad con la cobarde excusa de que «es un chiste» o que «es chistoso», y así pasan su vida haciendo comentarios de otros y posteándolos en Facebook o Twitter.
Hace poco, en mi vida adulta, cuando uno pensaría que ya no había posibilidad de bullying, recibí un ataque de gente del medio que conocía mi historia y que sabía exactamente lo que me había afectado, y sin ningún tipo de piedad me crearon otro sobrenombre: “Marriquinus Ganosus”, y lo publicaron en Facebook. Ver eso me hirió como nunca lo imaginé, fue como si en un segundo me hubieran llevado a mis tiempos difíciles que viví en mi niñez y, nuevamente, lloré. Más que por el daño que me estaban haciendo, lloré por la maldad del ser humano, por la maldad del matón que se equipara con la de un sicario, con el agravante de que, el matón no lo hace para buscar dinero, como sí le pasa al sicario.
Vivir esto nuevamente me llevó a darme cuenta que muchas personas hoy en día “matán” a sus iguales en su afán de sentirse superiores, pero que, finalmente, estos sólo son actos de bellaquería que muestran unas carencias internas y un vacío muy grande. Hoy, después de haber vuelto a vivir esto, pienso que todo bien trae su mal y que, después de lo negativo, viene una fuerza todavía más positiva, una incluso más grande, que me hizo crecer y volverme más fuerte – en otras palabras, resucitar como el ave fénix-.
Considero que a la matonería o al bullying hay que atacarlos desde adentro de uno mismo, que es desde donde se puede tener algún tipo de control. La cobardía del matón se sale de nuestro control, pero el manejo que nosotros le demos a los ataques sí depende de nosotros y de nadie más. Ni el más miserable o canalla te puede ofender o destruir si tú no se lo permites.
Invito a todos aquellos que han padecido algún tipo de maltrato o agresión, que simplemente reflexionen sobre lo que verdaderamente son, y que sientan que el verdadero valor del ser humano reside en respetar al otro y en no hacerle daño. Aquellos que acuden a esos medios para destruir al otro simplemente deben ser dignos de lástima.
Tú que me atacas, gracias; me haces fuerte. El dolor dura un rato, pero la bondad me durará toda la vida.
Foto por Paula Tacher Fotografia